PERFIL
Carola Felip, la única pescadora entre cañas y arrozales
Carola Felip es una figura única en La Albufera de Valencia. No sólo porque es la única mujer que hoy en día pesca y lleva su propia barca en estas aguas, sino porque su historia es una mezcla de lucha, pasión y por qué no decirlo, un poco de cabezonería

Carola Felip junto a un pez en La Albufera. Fuente: Propia
Escribe Paula Vázquez
Valencia 2 de mayo de 2025
Desde pequeña siempre tuvo claro que quería estar cerca del agua. Soñaba con ser policía nacional o pescadora, dos mundos totalmente distintos, aunque su padre no le daba muchas esperanzas con eso de dedicarse a la pesca. Carola nació en Sollana y creció entre las casetas de caza del Tancat del Campar, en pleno corazón de La Albufera. Una infancia marcada por el contacto íntimo con los arrozales, las aves y los peces. En su propia familia dudaban de que el ser barquera y pescadora pudiese ser una realidad para ella. “Mi padre quería que yo fuera cazadora. Y yo le decía que no, que yo quería pescar” cuenta Felip, y emocionada explica cómo fue su primera experiencia con la pesca con tan solo cinco años: “Fui al cañar y cogí una caña pequeña, me encontré un anzuelo en el suelo y con un corcho y una piedra, me hice la primera caña de pescar” explica entre risas Felip.
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Un inicio que refleja cómo ha sido su vida y cómo se ha enfrentado a los retos de esta profesión tan sacrificada y con ninguna presencia femenina. Y es que, durante mucho tiempo, las mujeres del Palmar ni siquiera podían pescar oficialmente. Las licencias pasaban de padres a hijos, pero no a hijas. Y mucho menos se les daba el derecho a pescadores que no fuesen nacidos en El Palmar. Pero todo esto cambió en 2008 cuando las mujeres por fin obtuvieron su derecho a pesca en La Albufera y hoy Carola, puede dedicarse al sueño de toda una infancia. Aunque su trabajo no solo es pescar o dar paseos en barca, también defiende una tradición viva. “Antes, muchos jóvenes no querían seguir. No había relevo, y muchas familias han dejado perder su licencia” explica. Ella en cambio decidió quedarse en las aguas de su tierra y apostar por el oficio demostrando que se puede ser mujer, de fuera de El Palmar y pescadora.
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Como ya se puede deducir, Carola es una alma inquieta e independiente, por eso antes de dedicarse a la pesca trabajó durante un tiempo en Nepal, con proyectos solidarios y aquella experiencia la marcó para siempre. Nunca dejó de tener presente su tierra y sus raíces. “Si pude sobrevivir a eso, pensé que también podía montar mi propia barca”, cuenta. Y desde hace dos años, su sueño se ha hecho realidad, lleva su propia barca, una réplica de las embarcaciones tradicionales hecha por ella misma y por su marido. Ambos se dedican a la pesca ambulante, ya que todavía no han conseguido licencia para pescar en puestos fijos. Para ejercer este método tiene que leer los movimientos del agua y del aire como si fuese un mapa invisible. “Los peces son como misiles, rapidísimos. Necesitas tener fuerza y estar muy espabilada”, cuenta Felip.
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Ahora vive con el orgullo de haber conseguido lo que se había propuesto durante tantos años, pero con su espíritu rebelde e inconformista confiesa que: “Si algún día todo va mal, cierro la barca y me vuelvo a Nepal. Pero ahora, aquí, soy feliz”. A sus 43 años lo cuenta con una sonrisa que no se le borra. “Ser feliz es primordial para no envejecer. Ahora soy más persona que nunca” , bromea. El sol y el viento le han dejado huella y también una energía que se contagia.