REPORTAJE
Un origen sumergido, de golfo marino a laguna

Las barcas de La Albufera listas para los turistas. Fuente: Miriam Espinosa
Escribe Miriam Espinosa
Valencia 1 de mayo de 2025
Para algunos, el mayor humedal de Europa, para otros, una de las reservas naturales más valiosas de España. Pero para los valencianos, La Albufera es mucho más que eso, es su pulmón, su orgullo y una parte esencial de su identidad. Desde sus orígenes geológicos hasta los retos ambientales actuales, este humedal, declarado Parque Natural y protegido por convenios internacionales, sigue siendo un espacio vital, aunque amenazado, en el Mediterráneo español.
​
Hace miles de años, La Albufera era una bahía abierta al Mediterráneo. Con el tiempo, un cordón de arena, formado por el vaivén de los ríos Júcar y Turia, aisló del mar, dando origen a una laguna que llegó a ocupar unas 30.000 hectáreas. Hoy apenas conserva 2.800, pero su valor ecológico, cultural y emocional sigue intacto.
​
Durante siglos, fue de agua salada y salvaje, un lugar donde se pescaba, se cazaba y se recolectaban plantas. Con la llegada de la cultura islámica se introdujo el arroz, y esa semilla cambió todo, se transformó el paisaje, la economía y la forma de vida. Desde entonces, La Albufera se ha moldeado a golpe de tradición y supervivencia.
Un refugio de bioversidad
A pesar de la presión urbanística y agrícola, este espacio natural sigue siendo un verdadero santuario de biodiversidad. Más de 800 especies de plantas y unas 350 aves encuentran aquí su refugio. En los años secos, el número de aves acuáticas puede contarse por decenas de miles. “Es una bomba caliente de biodiversidad”, comenta un guarda forestal Evarist Gómez. Malladas, saladares, aguas dulces y arrozales componen un mosaico único que, según el guarda, sólo se entiende caminándolo, y viviéndolo.
​
Pero no todo son buenas noticias. La sobreexplotación agrícola, el crecimiento urbano, la llegada de residuos y productos químicos, y el cambio climático están pasando factura. Según Greenpeace, hasta electrodomésticos y coches abandonados han aparecido en sus aguas. “La situación es crítica, no solo por la biodiversidad, sino también por los propios agricultores que viven del arroz”, advierten.
​
El guarda forestal de La Albufera subraya la importancia del trabajo voluntario en la limpieza de residuos “La labor de los voluntarios es muy valiosa. Cuando aún se estaba pensando en organizar la limpieza de los campos, ellos ya llevaban meses trabajando.”
​
Mejoras y retos de futuro
​
Estudios recientes del Instituto de Ingeniería del Agua y del Medio Ambiente con la Universidad Politécnica de Valencia, muestran mejoras, más transparencia en el agua, menos clorofila, más aves invernantes. Pero los expertos insisten en que hay que pasar de los experimentos a la acción, y hacerlo a gran escala.
El cambio climático tampoco da tregua. La salinidad amenaza con arrasar cultivos y alterar el equilibrio del ecosistema. “El lago está junto al mar. Si no fuera por la restinga y el aporte de agua dulce, aquí ya no se podría cultivar arroz, pero la salinidad es muy sensible, especies como los peixinós estarían claramente en regresión si aumenta mucho la conductividad”, señala el guarda.
La Albufera es hoy un campo de batalla entre la naturaleza y la presión humana. Pero también es una oportunidad. Si algo demuestra este espacio es que cuando ciencia, instituciones y ciudadanía trabajan juntas, la esperanza brota.
​
Preservarla no es solo proteger un ecosistema. Es cuidar un legado que habla del alma valenciana. Porque La Albufera no es solo un paisaje, es una forma de vivir.